Tal vez el más conocido de los árboles, arbusto y arboledas singulares de la Isla Baja es “El Cardón de Buenavista”, ubicado en la carretera que va camino de la Punta de Teno.
En la actualidad solo sobrevive una pequeña parte de lo que fue tras un incendio sucedido a mediados del siglo XX, provocado por un vecino al realizar una quema de algunos utensilios de labranza, cestas de mimbre y caña principalmente, abandonados en las proximidades.
Popular en el pasado por sus grandes dimensiones, al parecer se necesitaban una veintena de hombres con los brazos abiertos para poder ser rodeado. Según cuenta el periodista Leoncio Rodríguez, el mismísimo Alexander von Humbolt, afamado naturalista alemán que visitó Tenerife a finales del siglo XVIII, escuchó hablar de las grandes dimensiones de este cardón, que podría cubrir más de 150 metros cuadrados y tenía unos 5 metros de alto, aunque al parecer a pesar de su interés no logró llegar hasta este rincón de la isla por la lejanía del mismo.
Desde el punto de vista botánico pertenece al género vegetal Euphorbiae, distribuido por casi todas las regiones tropicales y subtropicales del planeta, un género que el botánico sueco Linneo dedicó a Euforbio, un médico griego del siglo I a. C. que trabajó al servicio del rey Juba II de Mauritania. El cardón (Euphorbia canariensis) es un endemismo de las Islas Canarias, es decir una especie que no podemos encontrar en libertad en estado natural en ningún otro lugar del mundo, una auténtica joya de nuestra biodiversidad.
Este símbolo vegetal está presente en el escudo heráldico del municipio de Buenavista del Norte, donde además da nombre a diferentes empresas de distinta índole, que van desde el turismo activo, a la ferretería, la ganadería, la agricultura y algunas otras, incluida a una agrupación musical.
Hasta hace unos pocos años la gentes de Buenavista del Norte se acercaba hasta allí para comer al pie de sus ramas en forma de candelabros. Algunas leyendas cuentan que durante la guerra civil y la posterior cruel dictadura franquista entre sus ramas se llegaron a refugiar comunistas, socialistas y sindicalistas huyendo de la Guardia Civil y los esbirros de la Falange.
Su majestuosidad ha sido destacada en varios documentos escritos que versan sobre árboles y arbustos singulares, siendo nombrada por primera vez al parecer en 1946 en el libro “Los árboles históricos y tradicionales de Canarias” de Leoncio Rodríguez, periodista fundador de los diarios locales La Prensa y El Día. Lázaro Sánchez Pinto, botánico conservador del Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz de Tenerife, en los años noventa del pasado siglo lo incluyó en el catálogo de árboles monumentales de Tenerife, al considerarlo un elemento vegetal de interés insular. Posteriormente en el año 2000 el Cabildo de Tenerife lo clasifica como uno de los 292 elementos vegetales de interés dentro del catalogo de “Árboles, arboledas monumentales y flora singular de Tenerife” y que puede ser consultado a través de su web.
El periodista especializado en medio ambiente César Javier Palacios y el naturalista Domingo Trujillo hacen una detallada descripción de los valores de este arbusto en el libro “Árboles y arboledas singulares de Canarias, memorias vivas de la tierra” editado por el Gobierno de Canarias en el año 2009, indicando que puede tener más de 200 años de edad. Más recientemente Cesar Javier Palacios lo visitó con el fin de recabar información para incluirlo en el futuro decreto de protección “árboles y arbustos monumentales de Canarias” como una de las joyas vegetales de nuestras islas.
A pesar de su más que destacada importancia, hoy en día sus restos se encuentran en medio de un pequeño parque ajardinado con plantas canarias, realizado hace más de una veintena de años por una escuela taller. Entre sus ramas latas de refrescos, colillas y plásticos de golosinas le hacen compañía, a la sombra del edificio de una estación transformadora de electricidad, rodeado de muros de bloques sin vestir, denotando un aparente estado de abandono, fruto de años de olvido de lo que es el símbolo vegetal de uno de los municipios más bellos de Tenerife.